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Hermandad de

La EXALTACIÓN

SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA

La Santa y Mártir de Alejandría, Titular de nuestro templo, siempre ha estado vinculada al Culto de nuestra Hermandad, aunque dicha titularidad histórica no fue oficializada hasta 2012, cuando quedó incluida entre nuestros Titulares. Nuestra corporación toma de Santa Catalina gran parte de su identidad e idiosincrasia. 

Tanto la Hermandad Penitencial como la Sacramental han contribuido a lo largo de sus dilatadas historias a engrandecer el Culto y la devoción a la Gloriosa Mártir de Alejandría, titular de nuestra sede canónica.

A pesar de la poca claridad en torno a los primeros años de la hermandad, la mayoría de los estudiadores coinciden en que ésta llegó a Santa Catalina en los primeros años del siglo XVII, varias décadas tras su fundación, posiblemente en San Benito de la Calzada. Hablamos de una vinculación que ya supera los cuatro siglos de antigüedad.

Los atributos de su martirio y santidad han acompañado a la Hermandad Sacramental de la Exaltación desde hace siglos. Sin embargo, más allá de la materialidad de símbolos, insignias o imágenes, Santa Catalina aporta a nuestra corporación una identidad, forjada a lo largo de los siglos hasta llegar a diluir en la conciencia colectiva los límites entre ambos conceptos.

Cada 25 de noviembre nuestra Hermandad celebra Solemne Función en honor a Santa Catalina de Alejandría.
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LA SANTA DE ALEJANDRÍA

La historia de Santa Catalina es confusa y se mezcla con antiguas leyendas de la Iglesia. Se conocen pocos datos biográficos acerca de su vida, aunque parece claro que debemos situarnos a principios del siglo IV. Nacida en una familia noble, esta joven de la ciudad de Alejandría (Egipto) destacaba por una inteligencia excepcional. Versada en ciencias y filosofía, dedicaba su vida a los estudios, alcanzando un profundo conocimiento del saber de la época. En su incansable búsqueda de la verdad se convirtió al Cristianismo consagrando su vida al Señor. 

En aquellos días, bajo el poder del emperador Maximino Daya, la realidad de los cristianos se dificultaba en Oriente frente a las duras y constantes persecuciones. A este siglo corresponde el tormento de muchos mártires de nuestra Iglesia, como Santa Lucía, tan vinculada a nuestra feligresía y a Santa Catalina. 

En una visita imperial a Egipto, Catalina se enfrentó al emperador, negándose a participar en las fiestas paganas y recriminándole su crueldad con los cristianos. Éste, asombrado por su audacia, mandó llamar a un numeroso grupo de sabios para que debatiesen con la joven. Pero Catalina, dando muestra de su inteligencia y elocuencia, terminó por convencerlos, declarándose todos ellos fieles a Cristo. 

El emperador, furioso por no haber conseguido su propósito, mandó ejecutar a todos. Catalina fue martirizada en una rueda con garfios, pero al tocarla el instrumento de tortura se partió milagrosamente sin herirla. Finalmente fue decapitada con una espada. 

La devoción popular la ha convertido en una de las Santas más representadas a lo largo de la Historia, siempre acompañada por sus reconocibles atributos: la palma, la rueda y la espada.

Su leyenda cuenta que unos ángeles trasladaron sus restos a una gruta en el Monte Sinaí donde fueron encontrados siglos más tarde, en torno al año 800, por los monjes del Monasterio de la Transfiguración. Desde ese momento hasta nuestros días sus reliquias han sido custodiadas en este lugar. La incesante afluencia de peregrinos ha provocado el cambio gradual del nombre del monasterio, generalmente conocido en la actualidad como Monasterio de Santa Catalina. 

La devoción popular la ha convertido en una de las Santas más representadas a lo largo de la Historia, siempre acompañada por sus reconocibles atributos: la palma, la rueda y la espada. A estos se les suele unir el anillo, símbolo de sus desposorios místicos con Cristo. 

Por su inteligencia y saber Santa Catalina de Alejandría es la patrona de los filósofos y estudiantes; y de todos los oficios relacionados con ruedas, en referencia a su martirio. Y desde el siglo XIII se establece en una zona de Sevilla a la que regala su nombre e identidad.

LA SANTA EN SEVILLA

A partir del siglo X, de la mano de los cruzados, la devoción a Santa Catalina de Alejandría ganó fuerza en Occidente, especialmente en Francia. Varias ciudades se acogieron a su patronazgo y muchos templos en Europa fueron consagrados en su honor en época medieval, como es el caso de Sevilla: a la Santa de Alejandría fue consagrado uno de los doce templos levantados en 1248 tras la toma de la ciudad.

La imagen que preside el retablo del altar mayor del templo es una hermosa talla atribuida a Ruiz Gijón y presenta todos los atributos que definen su iconografía tradicional. 

Hacia 1650 Bartolomé Esteban Murillo pintó un retrato de la Santa para la iglesia hispalense, de donde fue sustraído durante la invasión napoleónica. El lienzo regresó a Sevilla rescatado por la Fundación Focus Abengoa que actualmente lo muestra en su exposición permanente en el Hospital de los Venerables.