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Hermandad de

La EXALTACIÓN

PASO DE PALIO

El paso de palio de Nuestra Señora de las Lágrimas, a pesar de las distintas fechas y autores, conforma una unidad de impecable armonía, considerado una de las obras más conjuntadas artísticamente de las efectuadas por nuestras Cofradías en el presente siglo XX. En él se aúna el excelente legado de dos de los talleres de bordados más sobresalientes de principios del siglo XX: Juan Manuel Rodríguez Ojeda e Hijos del Olmo, así como la orfebrería de Villareal.  

vista trasera y contracenital del paso de palio

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Gracias a diferentes crónicas y testimonios documentales actualmente podemos conocer algunos detalles acerca del aspecto del paso de palio de Nuestra Señora de las Lágrimas en siglos anteriores y comprender con mayor claridad su evolución hasta el conjunto actual. 

La primera referencia a un paso para la Santísima Virgen la encontramos en el siglo XVII. Se conserva contrato de ejecución de fecha 10 de junio de 1674 firmado por la corporación y el joven escultor Luis Antonio de los Arcos para la hechura de un paso procesional o ‘urnia’ para la Virgen de las Lágrimas. Lo poco que se conoce de ese primitivo paso se describe en el documento conservado:

«Sepan quantos esta carta vieren como yo luis anttonio de arcos maestro escultor vecino de esta ciudad en la collación de San Vicente otorgo y conozco que me obligo… la Cofradía de la Exaltación en la Iglesia Parroquial de Santa Catalina desta ciudad y de Manuel Enríquez como Prioste, de hacer una Urnia para de paso el Nuestra Señora de las Lágrimas la cual dicha Urnia ha de ser en toda forma para poder guarneserla de Plata si fuese voluntad de los Hermanos… La cual dicha Urnia me obligo a Haser en la forma que ha declarado… tengo de entregar acavada y en toda perfección la dicha Urnia, y si entregándola no fuere de las calidades dichas consiento y tengo por bien que la dicha Cofradía y el Prioste o quien su causa tuviera se pueda convenir y concertar con otro maestro…

Y yo el dicho Manuel Enríquez que soy presente como Prioste de la dicha Cofradía acepto esta escritura y me obligo a la paga de los dichos cuatrocientos reales a el plazo que va declarado…

10 de junio de mil y seiscientos y settenta y cuatro.  (Firmas y rubricas) «.

Es de suponer que Luis Antonio de los Arcos llevo a término el cumplimiento del encargo, porque sólo cuatro años después, en concierto con Cristóbal de Guadix, recibió el encargo más prestigioso, la ejecución de las figuras del paso de misterio.

Más de dos siglos después, en 1854, se conoce que durante su salida procesional la tarde del Viernes Santo, 14 de abril, el paso de palio de la Santísima Virgen presenta la peculiaridad de llevar diez varales de platina sosteniendo su palio de terciopelo morado bordado en oro. No obstante, diez años más tarde, el Viernes Santo de 1864, los archivos nos hablan de varales de madera pintados con nudetes dorados. Se menciona asimismo que la Sagrada Imagen procesiona sobre peana de terciopelo carmesí con labores y frisos dorados.

En 1871 se estrena un nuevo palio, confeccionado sobre terciopelo azul marino y tachonado con estrellas bordadas en oro; el palio descansa sobre doce varas de platina. Tres años más tarde, en 1874, viste Nuestra Señora de las Lágrimas durante la Estación de Penitencia un nuevo terno realizado por la insigne bordadora Dña. Teresa del Castillo. Se trata de una saya de terciopelo morado y manto azul, ambas prendas ricamente bordadas en oro. El investigador e historiador cofrade D. José Bermejo Carballo, en su obra «Glorias Religiosas de Sevilla (1882)», se refiere a estas andas procesionales, calificándolas como: «Es uno de los mejores pasos de Sevilla». La saya sigue formando parte del ajuar de Nuestra Señora, mientras el manto fue vendido a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima del Socorro de la localidad de La Palma del Condado al adquirir el actual manto de Hijos del Olmo en 1919.

BORDADOS

TECHO DE PALIO Y BAMBALINAS

El palio, formado en su conjunto por el techo y las bambalinas, se trata de la pieza más antigua que compone el paso de palio de Nuestra Señora de las Lágrimas. Diseñado por Juan Manuel Rodríguez Ojeda, se trata de una obra de estilo neobarroco, mixtilíneo, con claro sabor del recién abandonado siglo XIX.

El techo de palio se estrenó en la Semana Santa de 1902 pero el conjunto completo con las bambalinas no salió hasta 1903. Documentalmente se tenía constancia de este estreno en dos fases, pero gracias a la publicación de una magnífica instantánea de 1902 en el Boletín de las Cofradías este hecho quedo confirmado gráficamente. Dicha imagen, en la que vemos el paso de palio llegando a la plaza del Duque, se ha convertido en la fotografía más antigua conservada del mismo. En ella se puede ver cómo en aquel año de 1902 fueron usados de manera extraordinaria como bambalinas los respiraderos de metal decimonónicos. Al año siguiente volvieron a su uso habitual hasta el estreno en 1921 de los actuales respiraderos de Hijos de Olmo.

 

Bordado en hilo de oro y seda de colores sobre soporte de terciopelo azul lyon, en su diseño el palio mezcla ornamentación vegetal de tallos y hojas de acantos con dibujos rectilíneos, así como diferentes técnicas de bordado.

 

Las bambalinas significaron la creación y consagración del tipo de palios denominado ‘de figura’ con caídas de perfiles curvos y ondeados. En sus caras exteriores presentan decoración vegetal con los característicos jarrones de flores de sedas de colores. Las caídas delantera y trasera incluyen cartelas centrales con heráldicas: el antiguo escudo de la corporación en el que aún no se aprecia la custodia que desde 1964 remarca nuestro carácter sacramental.

El techo de palio sigue el mismo diseño que las bambalinas y presenta las mismas características técnicas en soporte y bordado. Una preciosa cenefa recorre, en un marco rectangular, el perímetro del conjunto, con flores estilizadas en el centro. En su parte central se sitúa el escudo simplificado de la hermandad, con las armas reales superpuestas sobre los atributos de Santa Catalina de Alejandría (espada, rueda, cruz y palma), rodeados por un toisón y rematado con corona real.

A finales del siglo XIX ya trabajaba en Sevilla diseñando sus primeras obras una de las personalidades más relevantes del arte en las Cofradías. Con el palio de Nuestra Señora de las Lágrimas Juan Manuel Rodríguez Ojeda rompe con la tendencia del momento e introduce interesantes novedades artísticas como las caídas onduladas, su mayor innovación. Su relación con la Hermandad era muy estrecha, llegando a formar parte de la nómina de hermanos. Durante el trabajo de investigación por el I centenario del manto de la Virgen se han encontrado numerosas referencias a ‘Juan Manuel’ en actas, descubriéndose que el diseño final del manto fue una elección entre dos propuestas, presentadas por el taller de Hijos de Olmo y por ‘Juan Manuel’.

 

 

 

En sus más de cien años de vida el palio ha sufrido algunas modificaciones. Por ejemplo, en 1921 se contrata con Hijos del Olmo, entre otras actuaciones referentes al patrimonio de la cofradía, una intervención en el mismo. El diseño original muestra seis borlas que cuelgan del soporte frontal y flecos en las caídas. La intervención de 1921 sustituye los flecos de las caídas por bellotas y añade borlones, que caen del escudo central.

En 1978 el palio es restaurado por D. Joaquín Ojeda Osuna, y siguiendo la moda de la época se añaden nuevas pieza a modo de caracolillos, que hacían más complicada la lectura del diseño original de Juan Manuel.

Años más tarde, en 2005, el taller de Jesús Rosado afronta la restauración de esta valiosa obra de bordado recuperando su diseño original gracias al gran trabajo llevado a cabo por Rafael de Rueda.

EL MANTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS

El manto de Nuestra Señora de las Lágrimas se trata de una de las piezas de bordado más peculiares de la Semana Santa de Sevilla e innegablemente supone un elemento fundamental al definir la identidad artística de nuestra Cofradía. El 17 de abril de 2019 se cumplieron cien años del estreno de una de las joyas más preciadas del patrimonio de nuestra Hermandad.

Gracias al gran trabajo realizado en nuestro archivo sabemos que el diseño final del manto fue una elección entre dos propuestas, presentadas por el taller de Hijos de Olmo y por “Juan Manuel” (Rodríguez Ojeda). Finalmente fue elegida la primera y la Hermandad encarga la ejecución de la pieza al taller de Hijo de Miguel del Olmo en 1917.

En mayo de ese mismo año el proyecto fue presentado a la Hermandad. Según se ha podido averiguar en los últimos años parece ser que la fecha inicial de estreno del manto estaba fijada para la Semana Santa de 1918. Sin embargo, el taller no pudo cumplir los plazos originales. En compensación, donó una saya bordada a conjunto con el manto. Finalmente ambas piezas fueron estrenadas en la Semana Santa de 1919, concretamente en la tarde del Jueves Santo, 17 de abril.

Bordado en oro, aúna diferentes técnicas de bordado y fue originalmente ejecutado sobre soporte de terciopelo azul pavo, rematando su perímetro en forma curva, un recurso característico del taller. Bajo diseño de Doña Herminia Álvarez Udell, la pieza se divide en tres zonas a través de dos sutiles bandas que siguen su perímetro de forma concéntrica aislando la zona central. La banda perimetral exterior es más estrecha y está ornamentada con tallos en forma de “C” que se ramifican en hojas y flores. La banda interior, más ancha, alterna motivos vegetales y geométricos, esquema compositivo que se repite en el dibujo de la zona central del manto aplicando una cuidada simetría.

El manto de la Virgen de las Lágrimas es un lienzo sobre el que se plasma el papel de María en la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, su maternidad divina y su íntima unión a la obra del Redentor. La Madre Dolorosa al pie de la Cruz como Madre de toda la humanidad y de la Iglesia de Cristo. A través de preciosas metáforas bordadas en oro, el manto recorre la figura de la Virgen María en forma de multitud de flores: el cardo (los padecimientos), el lirio (la pureza), el iris (el dolor) o la rosa (la sangre de Cristo, las angustias de la Madre).

No obstante, son los claveles los protagonistas indiscutibles del manto de Nuestra Señora. Su vinculación con la advocación de la Virgen responde a la leyenda medieval según la cual claveles brotaron en el Gólgota allí donde caían las lágrimas de María al pie de la Cruz. Su repetida presencia a lo largo de todo el manto y su presentación, envueltos en galones y recogidos en ramos dentro de suntuosas jarras evidencian la intención de Herminia Álvarez Udell de personalizar el diseño para la Virgen de las Lágrimas. Es un gran jarrón de claveles –que prácticamente se derraman- lo que remata el manto en su centro.

 

El diseño del manto de la Virgen de las Lágrimas va mucho más allá de la estética, lo que nos demuestra el concepto que sus autores tenían del bordado como manifestación intelectual además de artística: la ornamentación debe reforzar el valor sacro de la Imagen y el significado de su advocación.

 

A mediados de la década de los años sesenta las monjas del Convento de Santa Isabel se encargaron del pasado del manto del soporte original a tisú gris. De la Semana Santa de 1965 se conservan curiosas imágenes del manto aún incompleto. En 1966 volvió a salir completo, ya sobre el nuevo soporte. Sin embargo, esta restauración, aunque llevada a cabo con mucho cariño, desvirtuó el dibujo original de su prestigiosa diseñadora.

En 2004 el manto salió en Semana Santa por última vez antes de enfrentarse a un largo y profundo proceso de restauración. El taller de Jesús Rosado fue el encargado de afrontar esta laboriosa tarea que duró siete años, aunque los tres primeros fueron dedicados exclusivamente a recuperar el diseño original, laboriosa tarea llevada a cabo por Rafael de Rueda. Durante estos años Nuestra Señora de las Lágrimas procesionó con manto liso de terciopelo azul, dejándonos estampas históricas. Más aún en el año 2006, cuando coincidieron las restauraciones de manto y palio.

En el año 2010 el manto fue presentado en la exposición celebrada en el Círculo Mercantil “Exaltación, una década de patrimonio restaurado y enriquecido”, y ese mismo Jueves Santo la Santísima Virgen de las Lágrimas volvió a lucirlo sobre sus hombros en la Estación de penitencia. Además, en 2015 fue una de las piezas que formó parte de la exposición “Un legado magistral: el Voto Concepcionista y el Taller de Olmo” organizada por la Hermandad del Silencio, dentro de la tríada de mantos de Olmo junto al de la Virgen de la Concepción y la Virgen del Patrocinio.

En noviembre de 2019 la pieza presidió la muestra ‘Un siglo de oro’ organizada en la sede del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla con motivo del centenario de su hechura (1919-2019). Junto al manto se expusieron documentos y fotografías históricas, material original de trabajo del taller (gentilmente cedido por la familia del Olmo) y otros enseres del ajuar de la Virgen que, junto con el manto, conforman la imagen de Nuestra Señora de las Lágrimas.

FALDONES

En 2012 se completan los bordados del paso de palio con el estreno de los nuevos faldones, diseñados por Rafael de Rueda siguiendo el dibujo del palio y bordados por el taller de Jesús Rosado en oro y sedas de colores sobre terciopelo azul.

ORFEBRERÍA

La totalidad de la orfebrería del paso de palio, a excepción de los respiraderos y los ángeles que rematan sus esquinas, es de Orfebrería Villarreal bajo diseño de Ricardo Comas Fagundo.

RESPIRADEROS Y ÁNGELES PASIONISTAS

Los enseres más antiguos son los respiraderos, obra de los talleres de Hijos del Olmo en 1921. Realizados en metal plateado y troquelado, poseen medallones en su centro con los escudos de la corporación. Tienen decoración vegetal, con criaturas mitológicas y formas humanoides. En sus cuatro esquinas quedan flanqueados por los característicos ángeles pasionarios. Cada uno porta un atributo de la Pasión (lanza, escalera, corona de espinas y clavos y paño de la Verónica).

La autoría de estas obras de orfebrerías fue ratificada recientemente, gracias a valiosos documentos encontrados en nuestro archivo. En la Hermandad siempre se ha creído por tradición oral que la autoría de los respiraderos correspondía a Eduardo Seco Imberg, quien hiciera en 1938 la magnífica corona de la Santísima Virgen. Tan extendida y asentada estaba esta creencia que aún muchos son los que incurren en el error.

El 30 de junio de 1920 nuestra corporación firmó contrato con los Sres. Hijos de Miguel del Olmo para la ejecución de nuevos respiraderos de metal para el paso de palio de Nuestra Señora de las Lágrimas. Dicho documento reza: “los referidos Sres. en nombre de la Hermandad encargan a los Sres. Hijos de Miguel del Olmo la construcción de un juego de respiraderos de metal cincelados y plateados con arreglo al dibujo presentado y aprobado por la Hermandad, obligándose a entregarlos para la Semana Santa de 1921”. El precio de los respiraderos fue de 3.500 pesetas.

Parece claro que la intención de la Hermandad era la de seguir creciendo en la calidad artística de los enseres que componían el paso de palio y, satisfechos con el último gran encargo realizado al taller de Hijos de Miguel del Olmo (el magnífico manto), acordaron también con este mismo taller la realización de los respiraderos.

CANDELABROS DE COLA

A partir de los años sesenta del pasado siglo comienza una escalada de estrenos hasta completar el paso de palio con el trabajo de Orfebrería Villarreal y diseños de Ricardo Comas Fagundo. Así se estrenan los candelabros de cola (1962), realizados en metal plateado, con doce puntos de luz cada uno. En sus basamentos aparecen pequeñas capillas con San Isidoro y San Leandro, custodiados por dos jarras de azucenas.

CANDELERÍA

Ya en nuestro siglo (2009-2010) se estrena la nueva candelería del paso de palio, realizadas en plata de ley bajo diseño también de Ricardo Comas Fagundo, con el escudo de la corporación, el símbolo de Santa Catalina y el anagrama de María en su base.

El paso de palio de Nuestra Señora de las Lágrimas en el único en nuestra ciudad que mantiene la antiquísima tradición de recoger la cera fundida de la candelería con platillos de cristal, ahora convertido en un detalle muy personal del paso de palio, y asimilado generalmente en un tono poético a las lágrimas de cristal que caen por el bendito rostro de Nuestra Señora.

VARALES

Los varales (1963), también de metal plateado, se alzan sobre pequeñas capillas con Santos Marianos de metal policromados en su cara exterior (San José, San Fernando, San Juan Evangelista, San Pedro Nolasco, San Bernardo, San Estanislao de Koska, San Antonio María Claret, San Juan Bosco, San Gabriel de la Dolorosa, Santo Domingo de Guzmán, Santiago el Mayor y San Joaquín), teniendo los dos primeros y los dos últimos en su cara interior una jarra de azucenas. Los rematan pequeñas espadañas con campanitas doradas, uno de sus detalles más característicos y reconocibles.

JARRAS

Del mismo año que los varales (1963) son las jarras que, siguiendo el estilo del resto del paso, están decoradas con cabezas de ángeles alados. Éstas tienen cuatro tamaños diferentes: dos grandes, cuatro medianas, dos pequeñas y dieciséis violeteras, todas ocupando los huecos de entrevarales. En la delantera podemos ver otras diez violeteras.

PEANA

En 1981 se estrena la peana, realizada en metal plateado e inspirada en los respiraderos (en lugar de estar troquelado el dibujo está cincelado). El frontal posee el escudo de la corporación mientras a lo largo de todo su perímetro dicta alabanzas a la Virgen en forma de letanías. Presidiendo la peana dentro de un templete, aparece la Imagen de la Inmaculada Concepción, realizada en metal policromado.

MINIATURA DE SANTA CATALINA

En 1961, como muestra de amor y devoción a la Santísima Virgen por parte de un grupo de hermanos, se estrena la efigie de Santa Catalina de Alejandría que va colocada en la entrecalle del palio. Está realizada en metal plateado y marfil, a imagen y semejanza de la talla que preside el Altar Mayor de nuestro templo.

LLAMADOR

De 1972 es el llamador del paso de palio, coronado por la Inmaculada Concepción rodeada de ángeles querubines, en alusión a nuestra devoción y culto concepcionista.

OTROS ENSERES DE ORFEBRERÍA

Nuestra Hermandad conserva la antigua candelería del paso de palio, usada actualmente en los Cultos internos de la corporación. Dada su antigüedad no se conocen muchos datos acerca de su origen, aunque presumismo que se tratan de piezas de principios de siglo XX, realizadas en metal plateado. Estos candeleros fueron restaurados y plateados por última vez en 1990.

Igualmente habitual para uso en Cultos internos, se conservan los antiguos remates o cresterías de esquina del paso de palio, añadidos al diseño original de los respiraderos a mediados del siglo XX, que procesionaron hasta la década de los noventa.