(artículo publicado en el boletín Exaltación nº 93, octubre 2014)
Nuevamente nos encontramos en este “rincón” para juntos volver la mirada atrás, y contemplar una fotografía de nuestra cofradía, en una tarde de Jueves Santo de hace bastantes décadas. En la mayoría de los casos se trata de instantáneas en blanco y negro, y de las que desconocíamos su existencia en el seno de la Hermandad, como es el caso de la que hoy nos ocupa. Viendo la imagen nosotros mismos nos podemos adentrar en ella y situarnos dentro de la escena como otro devoto más. En este caso, nos podemos imaginar allá por los años 20 del siglo pasado, sentados en una silla de enea en La Campana, rodeado de personas totalmente desconocidas, y convocados en esta ocasión para rezar y deleitarnos ante el discurrir del majestuoso paso de Nuestra Señora de las Lágrimas.
El monumental edificio situado entre el cruce de las calles Martín Villa y Santa María de Gracia, nos aclara cualquier tipo de duda de dónde nos encontramos. Este edificio se puede catalogar como el primero de estilo neomudéjar del insigne arquitecto sevillano Aníbal González y fue construido en 1907 para Manuel Nogueira.
Volvamos de nuevo la mirada al paso de palio, éste acaba de pasar por delante del fotógrafo y ha avanzado unos metros. Desde esta perspectiva podemos ver el bello conjunto que forman los bordados de las bambalinas (Juan Manuel Rodríguez Ojeda, 1903) y del manto (diseñado por Herminia Álvarez Udell y realizado en el taller de Hijo de Miguel del Olmo en 1919). También observamos los antiguos candelabros de cola que serían sustituidos en 1962 por los actuales. En la escena no falta el famoso “Tío de la escalera” (justo detrás del manto) y a su lado también podemos adivinar la figura de un Guardia Civil de escolta con el tricornio de gala. Por último, y para completar la procesión, la banda de música, con sus componentes perfectamente uniformados luciendo gorras “de plato”.
La relación entre la Hermandad de la Exaltación y el taller de hijos de Miguel del Olmo
Hablando del magnífico manto para Nuestra Señora de las Lágrimas, su confección no estuvo exenta de cierta polémica, no por su calidad y diseño fuera de toda duda, sino por los tiempos fijados para su confección. Así, según se desprende del Libro de Actas de 1918, Cabildo General de 24 de enero, dónde se cita una carta en la que el bordador Hijos de Miguel del Olmo justifica que la pieza no estará terminada para la salida de ese año: “equivocación en cuanto al tiempo necesario para su construcción”. Para aliviar el contratiempo surgido, el taller le regalará a la Santísima Virgen de las Lágrimas una hermosa saya bordada en oro fino. Pero la expectación creada alrededor del nuevo manto, hace plantearse a los hermanos reunidos en Cabildo, la conveniencia o no de realizar ese año la estación de penitencia. Los hermanos asistentes, decidieron por mayoría la salida, pero acto seguido presentaron su dimisión el Hermano Mayor D. Antonio Sánchez Vílchez y el Teniente Hermano Mayor D. Antonio Gómez de la Vega, ninguna de las dos dimisiones fue aceptada.
En Cabildo General celebrado el año siguiente, 9 de abril de 1919, el asunto del manto vuelve a surgir a debate: el Hermano Mayor, D. Antonio Sánchez Vílchez, expone que el manto de la Virgen que está haciendo el Sr. Olmo aún está sin terminar, concretando que falta muy poco (unos 15 cm.) y pregunta al Cabildo si acepta la entrega del manto y en qué condiciones. Se acuerda aceptar por este año la entrega y que se indemnice a la Hermandad con el importe de la blonda de oro fino, sin perjuicio de la saya comprometida. La Hermandad le fija al bordador un máximo de tres meses más, a contar desde la Semana Santa de ese año, para que la pieza esté concluida y que el taller publique en la prensa una nota reconociendo su error en los cálculos que determinaban la ejecución del manto.
Estas desavenencias entre el taller de Hijos de Miguel del Olmo y nuestra Hermandad, al contrario de lo que pudiera imaginarse, no hicieron otra cosa que reforzar los lazos entre ambos. Así se desprende del nuevo contrato que firman ambas partes:
Cabildo General de 12 de febrero de 1921 “Se da lectura a los nuevos contratos celebrados con los Sres. Hijos de Miguel del Olmo, para la construcción de los nuevos respiraderos y reforma del palio. Fueron aceptados y aprobados por unanimidad”
El contrato de los respiraderos se realizó el 30 de junio de 1920 y en él se dice: “Los referidos Sres. en nombre de la Hermandad encargan a los Sres. Hijos de Miguel del Olmo la construcción de un juego de respiraderos de metal cincelados y plateados con arreglo al dibujo presentado y aprobado por la Hermandad, obligándose a entregarlos para la Semana Santa de 1921”. El precio de los respiraderos es de 3.500 pesetas.
En esta fotografía se puede observar el lateral de esta magnífica nueva pieza de orfebrería. Es por ello que podemos afirmar que la instantánea debió ser tomada a partir de ese año de 1921.
Público y detalles
Retomando los aspectos de la instantánea, las personas, con los típicos sombreros de la época, abarrotan La Campana. Algunas están de pie, mientras otras siguen en las sillas de enea. Parte del público fija su mirada en el andar de los músicos y disfruta de los sones de la banda. También hay personas en sus casas que, aprovechando su privilegiada posición, contemplan el procesionar de nuestra cofradía desde balcones y azoteas. Delante del paso podemos adivinar el tricornio de otro Guardia Civil y los cuatro ciriales. Como nota curiosa podemos observar el cableado eléctrico que cruza la calle y que servía para dar servicio al tranvía.
El paso se encuentra delante de un solar, dónde posteriormente se construiría el edificio que diseñara a principios del siglo XX Ramón Cortázar y que fue construido por Juan Talavera y Heredia entre 1930 y 1936. El inmueble se abre al nuevo ensanche llevado a cabo en los años veinte y que pretendía mejorar las comunicaciones dentro del centro histórico con un vial que lo atravesara de oeste (Plaza de Armas) a este (Puerta Osario). Finalmente sólo se llevó a cabo el tramo de la actual calle Laraña e Imagen.
El solar es aprovechado para fijar carteles de marcas publicitarias de la época: Jabón, Zotal, Cólicos Hepáticos y Nefríticos, “Papel para fumar Toro”… Justo debajo de este último cartel anunciador aparecen unos toldos que bien pudieran corresponder a algún quiosco.
Siguiendo con el análisis de la fotografía localizamos en primer término y junto al solar, el antiguo edificio que actualmente ocupa una sucursal del Banco Santander. En aquella época, en los bajos de ese edificio se ubicaba el Bazar “La Campana”. En último término, dónde hoy se encuentra el pasaje que une la calle Martín Villa y Javier Lasso de la Vega, aparece el edificio que albergaba al Colegio de los Jesuitas.
Bibliografía:
Archivo Hermandad Sacramental de la Exaltación.