La alegría de Santa Catalina (1919 – 1922)

(artículo publicado en el boletín Exaltación nº 74, mayo 2007)

Se trata de una imagen un tanto especial del paso de Nuestra Señora de las Lágrimas. La fotografía corresponde al archivo fotográfico de Rafael Castejón Díaz. En su reverso viene señalada una fecha “1912”, pero hay un dato que contradice esta fecha y  es  que el manto que luce Nuestra Dolorosa  es el que  se estrenara el 17-04-1919 realizado en los talleres de Hijo de Miguel Olmo, con magníficos dibujos de Herminia Álvarez Udell. Luego la fotografía es posterior a 1919 o al menos de esa fecha.

Como quiera que en 1923, las imágenes se trasladan a la Iglesia de la Trinidad debido a las obras de la Iglesia de Santa Catalina, podemos concretar la fecha en que está tomada la instantánea entre 1919 y 1922. El hecho de que la fotografía enfoque al paso desde la parte trasera, nos hace pensar (sin otro fundamento que éste), que el fotógrafo desea resaltar, en este caso, el manto que acaba de estrenar; por ello, bien podría corresponder esta foto a la tarde del día 17 de abril de 1919.

 

Detalles

A primera vista, se observa claramente como el paso de Nuestra Señora acaba de dejar la Iglesia de Santa Catalina y ha avanzado unos metros entre un bullicio de personas que se agolpan en las calles, balcones y también subidos en ventanas (a la derecha de la imagen). Como decía al principio, muestra evidente del fervor popular que siempre han gozado Nuestras Imágenes.

 La foto está tomada desde la acera en la que se encuentra actualmente la “Farmacia de Santa Catalina” (el fotógrafo está en alto). Las fachadas de los edificios que se ven al fondo, se conservan en la actualidad; no obstante, el comercio cuyo nombre se puede entreleer era una bodega “La Alegría de Santa Catalina” (estuvo abierta hasta los años 40 y en este establecimiento se sellaban en la posguerra las cartillas de racionamiento que servían para que las familias pudieran comprar los alimentos de primera necesidad), actualmente lo ocupa “Tejidos Castillo”.

Otros detalles de interés lo conforman: los sombreros de ala ancha, típicos en esos años, con los que los caballeros de la época se cubrían. El original diseño de las flores que adornan las jarras. Los guardabrisas delanteros. Los antiguos candelabros de cola y respiraderos. El estandarte que cerraba el cortejo, justo delante de los ciriales y el preste con bonete en la cabeza acompañado por el sacristán o monaguillo y por último, el clásico hombre de la escalera.

Francisco José Marcos Sánchez